Un edificio escolar vacío puede ser el escenario de la gran aventura de un niño o el escenario de una película de terror. En cualquier caso, cuando estas estructuras permanecen vacías durante un largo periodo de tiempo -ya sea porque están a la venta, en depósito o simplemente porque sobran-, algunas lecciones se aprenden por las malas, con riesgos imprevistos que causan estragos en las propiedades olvidadas.
¿La buena noticia? Los distritos escolares pueden enseñar a los propietarios de locales comerciales algunas lecciones valiosas. Conocen de primera mano los peligros que pueden encerrar estos emplazamientos y saben cómo identificar y mitigar los riesgos subyacentes.
Identificar los riesgos
Hay innumerables razones por las que las instalaciones escolares pueden quedar inutilizadas: disminuye el número de alumnos matriculados, cambian los planes de estudios, se endurecen las medidas presupuestarias en el distrito. Cualquiera de estas situaciones puede llevar a la consolidación, la reubicación o el desaprovechamiento del espacio.
Cuando estos edificios dejan de utilizarse activamente, suelen desconectarse los servicios públicos y los sistemas de alarma. A menudo se retiran los extintores y otros equipos de protección. Los servicios de mantenimiento rara vez se prestan o dejan de prestarse. Si se dispara un aspersor o se rompe una tubería, no hay nadie que pueda ocuparse de la situación o informar de ella, lo que puede provocar graves daños por agua. Todo ello conlleva riesgos añadidos para la propiedad y la responsabilidad civil.
Los niños pueden ver un edificio vacío como una fortaleza para jugar, pero el acceso sin restricciones de los pequeños intrusos puede provocar lesiones por una caída accidental, cristales rotos o un mantenimiento defectuoso. El resultado pueden ser cuantiosas reclamaciones por responsabilidad civil y gastos legales. Y las paredes desnudas pueden ser el lienzo perfecto para la creatividad, pero, por desgracia, también pueden destruir el contenido o desfigurar el edificio.
Al no haber personal escolar en el lugar, los forasteros pueden buscar refugio en estas estructuras vacías. Con frecuencia se rompen ventanas y puertas para acceder. Se deja mucha basura y escombros. Es habitual fumar y consumir drogas. Los incendios provocados para calentarse pueden descontrolarse rápidamente y, sin extintores ni sistemas de alarma activados, pueden causar grandes daños. Los costes de limpieza en estas situaciones pueden ser considerables. Y si se llama a las autoridades para que inspeccionen un edificio en el que un grupo de personas ha acampado, los altercados graves y las amenazas físicas pueden crear un problema de seguridad muy real y exponer a los trabajadores a indemnizaciones.
Debido a su valor, el cobre está muy solicitado; algunos ladrones irrumpen en edificios vacíos y atacan los cuadros eléctricos para robar el cableado y los componentes de cobre. Los daños causados al acceder al edificio y abrir los cuadros eléctricos y las cajas para acceder al cobre superan con creces el valor del contenido sustraído. Una vez más, el distrito escolar se queda con una factura considerable.
Mitigar los riesgos
Por suerte, hay medidas que los colegios y otros propietarios de locales comerciales pueden tomar cuando se enfrentan a edificios vacíos. En primer lugar, el propietario debe mantener los servicios públicos conectados y operativos. Esto ayudará a garantizar que se activen los sistemas de extinción de incendios o los sistemas de alarma contra incendios, y que se notifique a las autoridades; los sistemas de alarma también pueden avisar si se rompe un aspersor o estalla una tubería, para que el personal pueda responder y controlar los daños causados por el agua. Las vallas, las cerraduras y los sistemas de videovigilancia también pueden disuadir a las personas no autorizadas de entrar en la propiedad. Las inspecciones periódicas de las instalaciones pueden ayudar a detectar posibles peligros o riesgos antes de que se conviertan en verdaderos problemas. Contratar a agentes de seguridad para patrullar y vigilar las instalaciones también puede ahuyentar a los visitantes indeseados.
Los controles de riesgos tienen un precio. Pero también permiten a los propietarios hacer análisis calculados, en lugar de tener que hacer frente a las costosas secuelas de una exposición no reconocida. Esta es una forma más en que los profesionales del riesgo aportan valor a la ecuación y ayudan a elevar la necesidad de estrategias de protección de activos.
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