5 de junio de 2025
Mientras las comunidades recuperan cierta normalidad tras el paso del ex ciclón tropical Alfred por las regiones septentrionales del este de Australia, Townsville, Brisbane y la Costa Dorada, un peligro silencioso pero mortal acecha en el barro. Burkholderia pseudomallei, la bacteria que causa la melioidosis, vive en el suelo y se convierte en un grave riesgo para la salud tras fuertes lluvias o inundaciones. Ya en 2025, esta rara infección bacteriana se ha cobrado al menos 16 vidas en Queensland, y las autoridades advierten de que se está desplazando más al sur que nunca.
¿Qué es la melioidosis?
La melioidosis no es un nombre familiar, pero en las regiones al norte de Rockhampton, sobre todo durante la estación húmeda, es una amenaza conocida. La bacteria responsable vive entre 10 y 90 centímetros bajo tierra, normalmente inofensiva hasta que los fenómenos meteorológicos extremos hacen que suba a la superficie, donde puede contaminar las aguas de las inundaciones, los suministros de agua potable e incluso transmitirse por el aire.
Los humanos pueden infectarse a través de heridas abiertas, bebiendo agua contaminada o simplemente respirando polvo o gotitas del suelo afectado. Aunque los animales también pueden contraer melioidosis, el riesgo de infección humana por animales se considera bajo. Aun así, se han notificado casos ocasionales de animales domésticos que han dado positivo en las zonas meridionales de Queensland.
Por qué este año es diferente
El reciente aumento de los casos es muy preocupante. Aunque la mayoría de las personas infectadas sólo experimentan síntomas leves, como fiebre o lesiones cutáneas, la enfermedad puede ser mortal, sobre todo en personas con sistemas inmunitarios debilitados, diabetes o enfermedades renales.
Los brotes de este año han seguido los pasos del ciclón Alfred, que dejó tras de sí inundaciones y suelos saturados perfectos para la propagación de la bacteria. La tasa de mortalidad por melioidosis es del 10% al 20% en Australia, incluso con nuestra asistencia sanitaria de alta calidad. Compárese con el sudeste asiático, donde la tasa puede dispararse hasta el 40% debido al limitado acceso al tratamiento. Incluso en Australia, estas cifras demuestran lo peligrosa que puede ser la melioidosis, sobre todo si no se diagnostica o trata.
El cambio climático y la expansión meridional
Lo que hace que la situación de este año sea aún más alarmante es dónde se están detectando los nuevos casos. Tradicionalmente limitada a las regiones tropicales por encima del trópico de Capricornio, la melioidosis está apareciendo ahora en lugares como Brisbane y sus alrededores, muy por debajo del área de distribución histórica.
Es probable que este cambio esté relacionado con el cambio climático. Las temperaturas más cálidas y el aumento de las precipitaciones están ampliando los entornos en los que la bacteria puede sobrevivir. Las inundaciones de los últimos años han confirmado casos locales en las llanuras aluviales de Brisbane, y los científicos observan ahora con creciente preocupación la Costa Dorada y el norte de Nueva Gales del Sur.
La tendencia es clara: a medida que las regiones meridionales se vuelven más húmedas y cálidas, la bacteria encuentra nuevos lugares a los que llamar hogar. Y para las comunidades que no están familiarizadas con la melioidosis, los riesgos pueden pasar desapercibidos hasta que sea demasiado tarde.
Es importante comprender que el riesgo no desaparece cuando deja de llover. Las bacterias pueden permanecer activas en el suelo durante semanas, incluso meses, después de un fenómeno meteorológico. Hasta que el barro se seca y el suelo se estabiliza, la amenaza de infección persiste.
Por qué supone un riesgo para la gestión de los siniestros y la readmisión
Tras un suceso catastrófico (CAT), múltiples partes interesadas responden rápidamente para evaluar los daños, gestionar el riesgo y comenzar la restauración de la propiedad. A menudo, estos profesionales están expuestos a algo más que la destrucción física y las infraestructuras en peligro. Surge una amenaza menos visible pero significativa: los riesgos para la salud que no son inmediatamente aparentes o controlables.
En un caso reciente, mientras investigaba un siniestro importante, me encontré mal al tercer día del proyecto. Aunque en un principio se pensó que se trataba de una infección estomacal pasajera, el malestar empeoró durante los dos días siguientes, provocándome fuertes dolores y molestias. Tras solicitar asistencia médica y someterme a diversos tratamientos, me diagnosticaron COVID-19 el séptimo día. Este incidente subraya que el COVID-19 sigue siendo un problema importante, incluso en zonas remotas después de una catástrofe.
Esta situación pone de relieve los posibles riesgos sanitarios que pueden afectar a los siniestros y a las operaciones de restablecimiento, especialmente tras catástrofes naturales como las recientes inundaciones de Queensland. Entre ellos figuran:
- Infecciones cutáneas por contacto con aguas y lodo contaminados
- Enfermedades intestinales debidas al consumo o al contacto con agua sucia
- Infecciones respiratorias, en particular por moho y patógenos transmitidos por el aire
- Enfermedades transmitidas por mosquitos, ya que el agua estancada puede convertirse en un caldo de cultivo.
- Leptospirosis, contraída por contacto con agua o tierra contaminada por orina animal.
- Melioidosis, una infección rara pero grave causada por bacterias presentes en el suelo y el agua del norte de Australia.
Estas enfermedades pueden retrasar los esfuerzos de recuperación, suponer riesgos para los equipos in situ y complicar el proceso más amplio de gestión de siniestros. La concienciación, las precauciones sanitarias y la intervención médica oportuna son componentes esenciales de una respuesta eficaz tras una catástrofe.
Protegerse durante la limpieza
La limpieza después de una tormenta siempre es urgente, pero es durante este tiempo cuando las personas corren el mayor riesgo de exposición. Para quienes se meten en el barro y el agua de las inundaciones, especialmente las personas mayores o con enfermedades crónicas, hay mucho en juego.
A continuación te explicamos cómo mantenerte a salvo:
- Evite el contacto con el agua y el barro de la inundación siempre que sea posible, especialmente si tiene cortes o heridas abiertas.
- Lleve equipo de protección como guantes, botas impermeables y mangas largas cuando limpie escombros o camine por las zonas afectadas.
- Utiliza mascarillas si trabajas en zonas con polvo o barro seco que puedan ser removidos y pasar al aire.
- Practique una buena higiene de manos: lávese bien las manos después de cualquier trabajo de limpieza, especialmente antes de comer o beber.
- Hierva el agua antes de consumirla si existe el riesgo de que haya sido contaminada por las aguas de la inundación.
- Preste atención a síntomas como fiebre inexplicable, llagas en la piel, dolor torácico o fatiga, y acuda pronto al médico si aparecen, sobre todo si ha estado expuesto recientemente a entornos afectados por inundaciones.
Apoyar los esfuerzos de recuperación de forma segura
Puede que la melioidosis sea rara, pero es mortal, y su alcance se está ampliando. A medida que cambian las condiciones climáticas, lo que antes era un problema limitado al norte de Queensland se está convirtiendo en una preocupación más amplia para las comunidades situadas más al sur. Mientras continúan las labores de limpieza y las zonas afectadas vuelven lentamente a la normalidad, la concienciación es el primer paso hacia la protección. No subestime el barro bajo sus pies. Tome todas las precauciones, especialmente si usted o sus seres queridos pertenecen a grupos de salud vulnerables. Si está ayudando tras una inundación o tormenta, vístase y sea consciente de los riesgos invisibles que conlleva la recuperación.
Etiquetas: inundación salud