A medida que nos acercamos al final de 2020, muchas empresas esperan dejar este año en el retrovisor. El impacto de la pandemia de COVID-19 en diversos sectores ha puesto contra las cuerdas a muchas empresas, mientras que otras simplemente han estado luchando por mantenerse a flote.
Por tanto, es comprensible que la visión y la planificación a largo plazo hayan quedado aparcadas para dar prioridad a la estabilidad a corto plazo. Sin embargo, algunas empresas han sido capaces de mirar hacia el futuro, hacia una época en la que la crisis sanitaria mundial sea cosa del pasado.
Por ejemplo, Dyson, el gigante de la tecnología y la electrónica. El mes pasado anunció que invertirá 2.750 millones de libras en nuevas tecnologías y productos en los próximos cinco años.
Ronald Krueger, director ejecutivo de Dyson, ha declarado lo siguiente: "Ahora es el momento de invertir en nuevas tecnologías, como el almacenamiento de energía, la robótica y el software, que impulsarán el rendimiento y la sostenibilidad de nuestros productos en beneficio de los clientes de Dyson. En los próximos cinco años ampliaremos nuestras categorías de productos actuales y entraremos en campos totalmente nuevos para Dyson. Esto iniciará un nuevo capítulo en el desarrollo de Dyson".
Por supuesto, la innovación conlleva riesgos. Con la introducción de nuevos productos en el mercado, existe el riesgo de que se produzcan defectos menores o mayores. Afortunadamente, en toda Europa contamos con procesos sólidos para supervisar los productos y, en caso necesario, los países pueden tomar medidas rápidas para retirar los productos del mercado.
Sin embargo, ese riesgo siempre está presente, incluso con los productos existentes. El desarrollo de productos nuevos e innovadores tiene un gran valor, y las empresas que se arriesguen e inviertan en investigación y desarrollo serán probablemente las que más se beneficien en los próximos años.
La magnitud de la inversión realizada por Dyson es, por supuesto, algo que solo algunas empresas pueden hacer. Pero la ambición, el impulso de hacer las cosas de forma diferente, de adoptar campos emergentes como la robótica y el aprendizaje automático sin garantía de éxito, es un enfoque del que se puede aprender.
Como dice el famoso refrán, hay que especular para acumular. Quizá habría que refinarlo un poco: hay que innovar para acumular.
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