5 principios básicos de la gestión de riesgos

21 de marzo de 2022

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La gestión de riesgos no es sólo una especialidad profesional; es un instinto humano básico.

Cada día, todos evaluamos de forma natural y tratamos de minimizar el peligro para nosotros mismos y para los demás en una amplia gama de situaciones: cruzar la calle, comprar una casa, abrir un correo electrónico de una fuente desconocida. Aunque los profesionales del riesgo conocen bien los principios básicos de la gestión de riesgos -identificación de riesgos, análisis de riesgos, control de riesgos, financiación de riesgos y gestión de siniestros-, no son ciertamente los únicos que recurren a ellos en su reflexión y toma de decisiones cotidianas.

Para los profesionales que practican procesos formales de gestión de riesgos basados en estos principios de probada eficacia, una revisión periódica puede ser tanto reforzadora como refrescante. También es valioso para los profanos en la materia conocer los principios de la gestión de riesgos, de modo que puedan comprender mejor por qué ellos y sus organizaciones toman las decisiones que toman. Utilizar un ejemplo cotidiano es una buena forma de educar a la gente en los principios de la gestión de riesgos, para que luego puedan aplicar estas directrices a cuestiones y situaciones operativas del mundo real.

#1: Identificación de riesgos

Este primer principio es exactamente lo que parece: ¿Qué riesgos se presentan para mí, mi organización, mis clientes, etc., en el escenario que tengo delante?

Piense, por ejemplo, en conducir un coche. Podría identificar el riesgo de tener un accidente debido a un mal mantenimiento del coche, a no mantener gasolina en el depósito, al exceso de velocidad o a conducir bajo los efectos del alcohol. Otro riesgo identificado puede ser la posibilidad de dañar la propiedad, ya sea el propio coche o la propiedad de alguien. También existe el riesgo de sufrir pérdidas económicas si no se dispone de un seguro de responsabilidad civil adecuado o si el conductor recibe una multa por exceso de velocidad, etc.

#2: Análisis de riesgos

Esta etapa implica recopilar datos y considerar el significado de los puntos de datos a lo largo de un periodo de tiempo. El análisis de los riesgos identificados obliga a preguntarse: ¿con qué frecuencia podría producirse este acontecimiento adverso (frecuencia)? Y si ocurre, ¿cuál es la peor forma en que podría resultar (gravedad)?

En nuestro escenario automovilístico, lo peor que podría ocurrir es la pérdida de la vida. Un análisis adicional puede determinar que el riesgo de sufrir un accidente de coche es bajo porque el conductor nunca circula por la autopista o sólo lo hace con buen tiempo y de día, en carreteras con límites de velocidad de 50 km/h o menos, en un coche en buen estado, etc. La parte de análisis del proceso de gestión de riesgos debe llevarle a través de varios escenarios hipotéticos y ayudarle a llegar a la frecuencia y gravedad potenciales de un suceso.

#nº 3: Control de riesgos

El control de riesgos ofrece oportunidades para aplicar soluciones que contribuyan a evitarlos, prevenirlos y reducirlos. La técnica para evitar riesgos en nuestro ejemplo del coche consistiría en no tener coche ni viajar en coche. En realidad, sigue existiendo un riesgo mínimo, ya que un peatón puede ser atropellado por un coche o lesionarse en un medio de transporte público, pero en algunos casos el riesgo puede evitarse por completo.

El objetivo de la prevención de riesgos es reducir la frecuencia o la probabilidad del suceso o la pérdida. Esto puede significar prevenir las averías del coche siguiendo los programas de mantenimiento e inspección, manteniendo aire en los neumáticos y gasolina en el depósito, y respetando todas las leyes de circulación.

El objetivo de la reducción del riesgo es reducir la gravedad de un siniestro concreto que ya se ha producido. Por ejemplo, puede consistir en asegurarse de que los daños sufridos por el vehículo de otra persona se reparen rápidamente, de modo que el tiempo que esa persona esté sin coche sea limitado.

Un control eficaz de los riesgos tiene en cuenta las distintas estrategias ya aplicadas y puede introducir nuevas medidas basadas en las conclusiones del análisis.

#4: Financiación del riesgo

Este cuarto principio se centra en la economía del riesgo. La financiación del riesgo es una forma de cubrir cualquier pérdida financiera que las técnicas de control del riesgo aplicadas no hayan evitado que se produzca. En nuestro ejemplo, incluso con el mantenimiento adecuado del coche, una conducción segura, etc., puede ocurrir un accidente. Al tener un seguro de automóvil adecuado, la compañía de seguros genera fondos para pagar la pérdida, en este caso, los daños al coche.

#5: Gestión de siniestros

Mientras que la financiación del riesgo consiste en gestionar el impacto financiero, las reclamaciones consisten en gestionar el daño causado. Cuando se produce un siniestro, puede presentarse una reclamación para recuperar los daños. En el ejemplo del coche, se puede presentar una reclamación a la compañía de seguros del conductor culpable para recuperar los daños ocurridos. Si el conductor culpable no estaba asegurado, puede ser necesario emprender otra acción para responsabilizarle personalmente de los daños.

Dar vida a los principios de la gestión de riesgos

A la hora de informar a los demás sobre la gestión de riesgos, utilizar un ejemplo accesible -como el del coche descrito anteriormente- puede ayudar a dar sentido a lo que, de otro modo, podría parecer un misterio. Acérquese a la educación utilizando un ejemplo aplicable del mundo real y recorriendo los cinco pasos.

Imagínese que es usted un gestor de riesgos que se incorpora a un nuevo puesto en el que es responsable del programa de indemnización por accidentes de trabajo de la organización. Basándose en su familiaridad con los cinco principios básicos de la gestión de riesgos, su plan de acción podría parecerse a esto:

  1. Identificación de riesgos: Considere los tipos de trabajos que realizan los empleados y dónde trabajan para identificar los mayores riesgos. ¿Los empleados levantan objetos, manejan maquinaria pesada, utilizan objetos punzantes para atender a los pacientes, talan árboles, vuelan en aviones o están sentados en escritorios? ¿A qué peligros pueden estar expuestos en su entorno laboral diario?
  2. Análisis de riesgos: Recopilar todos los datos históricos pertinentes y recientes sobre indemnizaciones por accidentes de trabajo disponibles en el corredor de la organización, el administrador de reclamaciones de terceros (TPA) y los registros internos. Examine el historial de siniestros por ocupación, tipo/frecuencia de lesiones, causa raíz, etc.; profundice para identificar qué tipos de incidentes en el lugar de trabajo se producen con más frecuencia y las posibles exposiciones.
  3. Control de riesgos: Examine las soluciones que aplica actualmente la organización para evitar, prevenir y reducir las enfermedades y lesiones derivadas de la indemnización de los trabajadores. Esto puede incluir desde el control de pérdidas hasta programas de seguridad. A continuación, concéntrese en priorizar y aplicar soluciones eficaces para colmar las lagunas.
  4. Financiación del riesgo: Determinar la estructura financiera óptima para el programa de indemnización por accidentes laborales de la organización. ¿Les conviene el autoseguro o sería mejor transferir parte del riesgo a una aseguradora? Trabaje con un corredor experimentado para obtener orientación profesional.
  5. Gestión de siniestros: Desarrollar un programa que garantice que los empleados perjudicados en el trabajo reciban una indemnización adecuada, así como acceso a una atención de alta calidad y rentable y al apoyo adicional que necesitan para recuperarse al máximo y reanudar la productividad. Considere cómo la organización y sus empleados podrían beneficiarse de asociarse con un TPA en la administración de sus reclamaciones de indemnización por accidentes laborales.

La gestión de riesgos sigue evolucionando, pero estos principios básicos son tan aplicables como siempre. También es importante tener en cuenta que el proceso debe ser cíclico, no lineal. Tanto los profanos como los profesionales de la gestión de riesgos deben vigilar constantemente su entorno en busca de nuevos peligros potenciales, medir la eficacia de las técnicas actuales de mitigación de riesgos y, basándose en los últimos hallazgos, repetir el proceso de cinco pasos descrito en los principios básicos.